18 febrero 2005

Realidad

Se que no era el momento,
ni la hora, ciertamente tampoco era el lugar.
En realidad no creo que hubiera algún momento para esto.
Palabras dichas que no nacieron para ser habladas
y un torrente de verdad en la garganta.
No hay nada más valioso en esta historia
que eso que está por sobre mi cabeza,
nada que justifique el sacrificio
de aquello que en esencia
he venido a encontrar,
lo sé desde el principio.
Nada cambia, no ha cambiado.
Sabré de mi camino,
el día que me lleve hasta el final.
Ese día sonreiré con la mano
apretada en mi bolsillo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No hay peor palabra que aquella que deseaste tanto decir, pero nunca dijiste... el resto son excusas.

Monday.